sábado, enero 28, 2006

J.

Hoy salí de la isla y estuve en su departamento. Primera vez. Las paredes de un blanco desgastado por el sol que inunda a través de esa gran ventana, toda la sala. Los marcos de las puertas y ventanas, como extraídos de una película de los años 60. Gruesos, de madera. Blanco desgastado. Una torre de cds que no me atreví a tocar. La computadora, en una esquina. Y un olor a soledad. Tuve ganas de cambiarlo todo, traer flores, poner música, pintar las paredes, ordenar un poco más. Para que esté mejor -me dije.
Primera vez que nos veíamos. El, con camisa y chaqueta, un tanto descuidado. Como un niño que recién está aprendiendo a vestirse. El pantalón arrugado y de pliegues. Cinturón negro, un tanto usado. La camisa y la chaqueta azules, todo un poco mas grande de lo debido. Me preguntaba qué escondía entre tanta tela. Yo tenía calor. Él frío. Solo le sonreí tanto como pude.
Supongo que todo es reflejo de su nunca estar en casa. Su próxima historia está en ciernes me contó. Y el trabajo en la empresa lo ha tenido loco últimamente. Nada más, después fueron muchas bromas y sonrisas.
Acabo de encontrar en la net otro artículo sobre él. Y un blog en donde lo mencionan como “admirable”. Mi dulce amigo. Quizá no necesite estar mejor.