martes, julio 25, 2006

vuelo 031

Ayer, y antes que salga el sol, volé de la isla; y mientras el pájaro de acero se elevaba -ya de regreso, por la noche; pensaba en muchas cosas que no había hecho y que ese pájaro podría llevarse para siempre, si no llegara a posar sus patas, sobre la isla, sin novedad.
He subido y bajado de pájaros como ese muchas veces - obligada, casi siempre- pero feliz, porque me encanta hacerlo. Esta última vez fue distinta. Esta vez éramos muy pocos quienes viajábamos en sus entrañas. Pude estirarme a mis anchas en los tres asientos que eran solo para mí, pero no lo hice, porque me la pasé mirando a la nada. Mirando a la oscuridad que nos rodeaba. Apoyando mis manos en los costados cuando el ave tropezaba. Miraba hacia lo oscuro y me preguntaba si estaríamos sobre el mar, y miraba a mi costado y me preguntaba a quién me gustaría tener ahí. Fue extraño preguntarme aquello, y fue más extraño aún el haber encontrado respuesta. Y entonces lo extrañé mucho. Y extrañé no haberle dicho muchas cosas que han pasado como ráfagas por mi mente, y que luego se hacen lagunas y se secan. Nunca recuerdo lo que debo decir cuando debo decirlo. Pero mientras volaba, y miraba al costado vacío, y adelante y detrás, más espacios vacíos; pensé que habrían muchas más personas que me hubiera gustado tener ahí para decirles todo lo no dicho.
Me lo imaginé a mi costado, haciendo caras y voces, como es su costumbre. Y yo riéndome de todo. Me lo imaginé contándome alguna historia y a él escuchando alguna mía. Me imaginé a los dos dentro de un pájaro rumbo a algun hermoso lugar. Rumbo a cualquier lugar, eso ya sería hermoso.
Antes de terminar de imaginarme más, ya el ave había aterrizado. Y mientras caminaba hacia la salida, pensé que podría correr y abrazar y hasta besar al piloto por lo hecho. Pero entonces él pensaría que estoy loca, asi que como no quise que nadie mas lo piense, lo miré a los ojos, le sonreí, le extendí la mano, y solo dije“gracias”.
Hoy, él me sorprendió al planear un viaje. En pájaro de acero y a un hermoso lugar. Y eso que aún, y pese a todo lo antes escrito, no le he dicho nada de lo que debo. Ni a él ni a nadie más. Quizá haya que subirse a otro pájaro para tomar valor.

domingo, julio 16, 2006

fragmento

..las noches ahora son mías. Ese agujero negro en el que solía caer, no lo veo más. La oscuridad, ya no es más mi escape, pero es mi amiga, como tú. La disfruto, no la uso. Ya sabes, uno no usa a sus amigos. Disfruta ofrecerles, escucharlos, y hasta extrañarlos... por eso, los deja ir.
Tampoco me escondo ya más del sol. Siempre me ha de quemar. Y además quién sino el sol para mostrarme a mi sombra, recordándome: "tu amiga, la oscura noche, pronto vendrá".
de una carta escrita hace varios años. mi amiga. yo también te extraño.

sábado, julio 01, 2006

9:23

Si tan solo dejase de atormentarme la soledad carnal. El espíritu, ese siempre va a estar solo, y no duele nada. O está lleno de todo. Pero la carne - los oídos que necesitan oir una voz, la voz que necesita ser escuchada -, esa duele, caray que duele. Hablo mucho sola últimamente. Y evito hacerlo escribiendo, porque me asusta oirme a mí misma. Si tan solo alguien escuchase mis ruegos, por favor, que deje de atormentarme esta soledad. Que deje de sentirme así, que termino hablando sola, e imaginando demasiado. Que simplemente pueda enfocar la luz del faro de mi isla, hacia el todo y no hacia alguien que no existe o hacia eso que no está. Hoy salí de la isla después de dos días, y al ver la vida allá afuera, me deslumbro más; y me dejo llevar por el remolino en el que permanezco silente. Y veo todo eso que no tengo. O todo lo que podría tener. No pienso en nadie, pero pienso en algo. Anoche me acosté susurrando: “el amor, el amor” y desperté, susurrando lo mismo.
(escrito en papel, hace algunos meses. Recicable sensación, como el papel)